De formación autodidacta, mi pasión por el arroz comenzó en la época en la que los domingos o festivos en muchos de los hogares de Castilla – La Mancha se entraba en el “corral” de la casa y elegías el pollo o el conejo para cocinarlo con este peculiar cereal, tan complejo de elaborar y a la vez tan placentero y delicioso para el sentido gustativo del paladar, eso sí, cuando se consigue llegar a ese punto tan deseado en su elaboración (cocido y suelto) como afirman algunos restauradores de reconocido prestigio gastronómico.
Es por ello que te aconsejo:
Nunca consideres el estudio como un deber u obligación en materia de conocimientos gastronómicos para desarrollar labores culinarias del devenir casero o familiar diario, salvo que aspires a conquistar objetivos superiores a los que a diario nos encontramos en esta noble y sacrificada profesión como es la restauración, también se puede aspirar a ocupar un status de rango superior, tanto profesional como social, si llegara ese momento, la mejor decisión es alternar las practicas culinarias con el estudio, hasta conseguir el deseado objetivo final.
La restauración es una disciplina en la que se mezcla el arte con la ciencia y esto hace que la convierte en algo fascinante, pero también se debe aceptar una carga de responsabilidad no menor cuando se ha alcanzado el objetivo final, ya que siempre debemos tener presente que la salud de otras personas puedan llegar a estar en nuestras manos, es un reto que vale la pena disputar y con ello alcanzar el triunfo deseado,
Por eso no temas al fracaso si con ello alcanzas el triunfo.