Nacho García, responsable de Comunicación de Grupo Editorial Sargantana.
Hoy quiero hablaros de una verdad que algunos prefieren aparcar en doble fila cuando en realidad les puede conducir al éxito: toda venta comienza con una buena actitud.
La publicación de un libro es para muchos la plasmación de un sueño. Ha habido largas jornadas dedicadas a la idea, los personajes, la estructura de toda la obra y, una vez se ha comenzado a cabalgar la historia, horas y horas de escritura, modificaciones, correcciones… Bueno, qué vamos a relatar que los autores no sepan ya. Dejadme que os hable en esta ocasión más como autor, que lo soy, que como responsable de Comunicación, que también lo soy. Pues eso, que cuesta mucho escribir un buen libro. Y eso, como dijo Lope de Vega -aunque refiriéndose al amor-, «quien lo probó lo sabe». Pues bien, lo cierto es que llegados a este punto son muchos los que consideran que todo su trabajo ha terminado, pero no es cierto. Es verdad que una editorial se ha interesado por la obra del autor y finalmente el contrato se ha firmado con amplias sonrisas y apretones de manos (por lo menos en tiempos pre-Covid) y uno se va hacia su casa como si desfilara por Cibeles o Milán. Un largo paseo en el que los fans entorpecen la entrada al hogar, los estudiantes se agolpan con carpetas con la cara del autor y los flashes y la solicitud de firma de autógrafos propician que uno le dé de comer a su ego antes que a su estómago. A buen seguro que todos los escritores del mundo, unos más que otros, habrán considerado que su libro era tan bueno que cambiaría el curso de la historia mientras se imaginaban saltando del Rolls-Royce al yate y de este a su avión privado. Pero bueno, ensoñaciones y fantasías a un lado, aquí es donde empieza el trabajo del escritor. Sorprendentemente una vez ha publicado su libro, sí. Y es que el éxito de una obra depende mucho de la actitud del escritor, no lo olvidemos. A eso iremos a continuación.
Sí, amigos, es verdad que la editorial distribuirá tu libro y te brindará infinitas posibilidades de presentaciones y firmas, sobre todo durante el primer año, que es cuando la obra es susceptible de tener un impacto mayor, pero es clave que tengamos cierta actitud dirigida a ir de la mano de la editorial en que se conozca y se difunda la obra. Y no, no es cuestión de que te conviertas en un comercial a puerta fría que vende su novela. Pero tampoco ayuda la actitud de que te cierren eventos en ferias para que estés al otro lado de la caseta mascando chicle mientras hablas con tu pareja por wasap y va cayendo la tarde. Bueno, quizá lo haya caricaturizado, aunque ojo, he visto cosas que dejarían lo de las naves ardiendo más allá de Orión en un juego de niños. Bueno, exageraciones a un lado, la verdad es que prácticamente todos los autores lo dan todo en ferias, tirando de ilusión y echando horas para dar a conocer su libro. Y eso es digno de admirar.
Obviamente, hay autores con mayor o menor talento o gracia natural a la hora de abordar a los futuros compradores en cualquier feria hasta el punto de que se lleven varias obras suyas en lugar de las de Gómez Jurado o Pérez Reverte, sí. Pero sinceramente considero que todos somos el mejor comercial de nuestro propio libro. No sabéis hasta qué punto es maravillosamente increíble para un lector poder tener delante a un autor y ponerse a hablar con él hasta que este le haga reparar en las virtudes de su novela y el lector se convierta en comprador. Está claro que, como diría El último de la fila, «nadie es mejor que nadie», pero es absurdo que consideremos que somos autores únicos y nos endiosemos en lo más alto de nuestra torre de marfil arguyendo que «ese no es nuestro trabajo», porque en el fondo a todos nos toca esforzarnos y trabajar día tras día. Antes os citaba a Gómez Jurado. ¿De verdad pensáis que todas las publicaciones en redes, las bromas, los podcast y en general todo lo que él hace no le sirve para que todo el mundo lo conozca y acabe comprando sus libros? No tiene necesidad de hacer grandes promociones y, sin embargo, sigue teniendo esa buena actitud a diario cuando publica un libro. Sí, ya sé que es complicado convertirse en Juan Gómez Jurado, pero en cualquier caso con una actitud poco activa no se vende un solo libro, eso seguro.
Así que ahí tenéis mi consejo no solicitado, pero a lo mejor más valioso de lo que pensáis. «Sí, claro, tú dices eso porque te conviene y hablas desde dentro de la editorial», podéis pensar. Pues claro, pero ya opinaba así desde el primer día que estuve en una firma de ejemplares o en una feria. Siempre hay que dar lo mejor de uno mismo, remar a favor de obra y no ser un palo en tu propia rueda. A partir de ahí siempre habrá otras muchas circunstancias ajenas a nosotros que pueden influir, pero por lo menos que por nosotros no quede, ¿no? Y os aseguro que el hecho de que tengáis la mejor actitud también es bueno para vosotros. Porque toda venta comienza con una buena actitud.