Lo que ahora conocemos como cuentos clásicos, son historias orales que han pasado de generación en generación. No se sabe con exactitud cuándo aparecieron, lo que sí sabemos es que en el 1600, Charles Perrault les dio forma literaria, atemperando, en muchos casos, la crudeza de las versiones orales para adaptarlos a la época. 200 años más tarde, Hans Christian Andersen y los hermanos Grimm (entre otros), harían lo propio creando nuevos cuentos y transformando los de Perrault a su época. Ahora, 200 años después, se vuelven a revisar y a actualizar. Esta vez, sin príncipes ni princesas, sin madrastras ni brujas. Esta vez, ellas son las heroínas y no necesitan a nadie que las salve.
Esta es una adaptación libre en la que se ha alterado la trama y los personajes de los cuentos para crear personajes y situaciones nuevas, que conserven partes de la historia original, pero que supongan una ruptura con los estereotipos sexistas.