Nacho García, responsable de Comunicación de Grupo Editorial Sarganganta
En esta ocasión, os hablamos de los hábitos de lectura y, en cierto modo, hasta qué punto existen unas estaciones mejores que otras para disfrutar de un buen libro. Y es que, casi sin querer, existen imágenes grabadas en la retina, quizá por tópicos estéticos o cinematográficos, de leer junto a una taza de café mientras afuera llueve, por poner un ejemplo. Pero lo cierto es que hay quienes leen sobre todo cuando van en el metro; otros, cuando van al baño; otros, siempre antes de dormir; y, quién sabe, existen los que, por rutinas diarias, solamente encuentran un hueco para leer un libro cuando llega la temporada estival.
El verano, obviamente, constituye una estación ideal desde la que subirse al tren de la lectura. Y no ya por la imagen idílica, casi instagramera, de leer en una tumbona con la playa de fondo -que también- sino porque, al fin y al cabo, son unos días de asueto y tranquilidad para disfrutar de esos momentos que rara vez se consiguen con otro hábito que no se la lectura.
CLAVE PARA LOS MÁS PEQUEÑOS
Por otro lado, tal y como apuntan los compañeros de libropatas.com, los beneficios de la lectura veraniega son, además, especialmente notables para los más pequeños. Según los datos de un estudio de la Graduate School of Library and Information Studies de la Dominican University, leer en verano es muy positivo para los escolares. Aquellos estudiantes que participan en programas de lectura durante el verano muestran una mejora importante de sus capacidades lectoras. El estudio también demostró que leer ayuda a no olvidar lo aprendido durante el invierno (porque la lectura, cualquier lectura, ayuda a mejorar el aprendizaje y la retención de lo aprendido).
En este aspecto, cabe añadir que los beneficios para los más pequeños podrían resumirse en que se mejora su creatividad, se desarrolla su memoria, se les ayuda a investigar y estimula su capacidad de decisión, entre otros muchos aspectos que conviene recalcar.
Así que, en definitiva, al margen de la edad, la lectura fomenta la creatividad, genera empatía, ayuda a comprender los sentimientos de los demás, enriquece el intelecto, mejora nuestro vocabulario… y, obviamente, si a todo ello se le suma que por fin, tras meses de estrés, se genera un espacio estival de vacaciones en que existe tiempo para ello, pues mucho mejor, ya que ello redudan en regar, de alguna manera, la tierra que hará que crezcan todos esos beneficios de la lectura.