Npqeditores/ mayo 21, 2020/ ARTÍCULOS PORTADA, BLOG

Por Miquel Hernández Évole

Durante las próximas semanas dedicaremos este espacio para definir, contextualizar y entender las causas y consecuencias de la piratería digital en el mundo editorial, y cómo a consecuencia de la revolución digital, se han redefinido las reglas entre los escritores, los editores y los lectores. La piratería y su conflicto con los derechos de autor ha sido y seguirá siendo el principal foco de preocupación para la industria de la cultura y el entretenimiento, especialmente desde la aparición de internet y su extensión en todo el planeta.

Pero ¿Qué es la piratería? Si bien en los últimos años ha sido un término estrechamente ligado a internet y las nuevas tecnologías, para que se produzca un acto de piratería no tiene que producirse necesariamente en el ámbito digital, pues por piratería se entiende la obtención no autorizada de material protegido por derechos de autor. Así, bajo esta definición, se pueden encontrar numerosas prácticas que se producen al margen del ámbito digital. No obstante, no se puede negar que la llegada de internet supuso un antes y un después en la concepción social, económica, cultural y política de la piratería, ya que permitió un acceso nunca visto a material protegido.

Este cambio fue posible gracias al proceso de digitalización, que permitió convertir o codificar en números la información de carácter continuo, como por ejemplo una imagen fotográfica, un documento o un libro. Antes de avanzar, hay que hacer una distinción entre las diferentes industrias del entretenimiento y la cultura y el impacto que la piratería digital tuvo en las mismas, pues no afectó de inicio de la misma manera a todas. Antes de la llegada y extensión de internet, las copias y distribución del material protegido por derecho de autor tenía que realizarse mediante el uso de algún instrumento de grabación o copia, ya fueran los reproductores de casetes o CD, reproductores de vídeo o fotocopiadoras. Con internet y la digitalización todo cambia, permitiéndose la copia de material protegido simplemente con un clic, y contando con el mayor sistema de comunicación que haya existido jamás, la conexión a internet, lo que permitió una difusión sin control de las obras.

Pero como comentaba anteriormente, este nuevo sistema de copia y distribución de obras no afectó de la misma manera a las distintas industrias. Sin duda las más afectadas casi desde el principio fueron la industria audiovisual y especialmente la musical. Las primeras conexiones a internet no eran tan potentes como ahora y la subida y descarga de archivos más grandes como es una película no se producía con la misma facilidad que hoy en día. Pero esto no ocurría con la música. Los estragos que la piratería produjo en las industrias a finales del milenio pasado perduran a día de hoy y han redefinido por completo la forma de producir, distribuir y consumir obras.

¿Por qué con los libros fue distinto? Existen muchas explicaciones y realmente sería injusto afirmar que con la llegada de internet la industria editorial no sufrió ningún perjuicio, pero este fue en una escala menor en comparación con las otras. Esto es debido a que, por entonces, no existían medios que pudieran reproducir por completo la experiencia de lectura que ofrecía un libro físico. Leer un documento PDF de cientos de páginas, sin ningún tipo de edición, directamente en la pantalla de un ordenador no era algo muy cómodo. Ni siquiera con la llegada del libro electrónico, aunque preocupara. Los primeros ejemplares de estos dispositivos eran todavía muy rudimentarios y seguían sin reproducir al completo esa experiencia de la lectura en formato físico. Durante los primeros años el libro electrónico se configuró casi más como un complemento que como un sustituto de los libros en papel, y esto no sucedió de esta forma con la música o las películas, ya que la forma digital de consumir los archivos Mp3 y Mp4, entre otros, emulaba o incluso mejoraba desde un principio la experiencia que suponía escuchar música en un reproductor de DVD o CD.

Sin embargo, durante los últimos años la tecnología de los libros electrónicos ha avanzado (y seguirá avanzando) mucho, permitiendo cada vez más, emular esa experiencia de lectura en formato físico. Esto ha convertido a la literatura digital en un serio rival, aumentándose no solo el uso de los dispositivos electrónicos y la edición de obras en formato digital, sino también el volumen de infracciones en la red del contenido protegido, amenazando seriamente el ya debilitado mundo editorial. Y el cambio ha llegado para quedarse.

Este es sin duda el punto más importante: entender que las reglas bajo las que operaba la industria literaria han cambiado y nos encontramos ante una nueva realidad, donde se redefinen los roles de editores y escritores, presentando nuevos modelos de negocio, nuevos medios de explotación de obras y nuevos patrones de consumo. Resistirse y no adaptarse a este cambio solo llevará a la desaparición, se deberá actuar en consonancia y evolucionar de la mano de la tecnología. Para ello será necesario reivindicar más que nunca el papel que tiene la Propiedad Intelectual.

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