“… Se acerca con sigilo a la ventana entreabierta, protegida por unas rejas, y trata de vislumbrar lo que acontece en el interior. Cuando sus ojos se habitúan al pequeño resplandor que la lámpara de queroseno deja ver, queda paralizado por la sorpresa: situada junto a la cama, sobre la mesita de noche, y a pesar de la debilidad de